Trasnoche, de Pablo de Santis: más allá de la zona de influencia
“El cuento es un teatro de papel: un escenario apenas insinuado, unos pocos personajes, una historia que los cobija y ordena. Una vez que comienza su breve función, orienta su delicado mecanismo hacia la sorpresa.”
Con esta definición Pablo De Santis inscribe este volumen en la tradición más clásica del cuento moderno, la que fuera formulada por primera vez por Edgar Allan Poe. Pero Trasnoche se afilia, también, con la gran tradición del cuento fantástico argentino. En este teatro de papel se suceden magos, inventores, coleccionistas, anticuarios, amantes del cine, del artificio, del puro placer de la invención.
Aquí y allá, las referencias borgeanas hacen guiños al lector. En “Malturian”, un hombre es muchos hombres, un personaje se convierte al final en el otro, a quien persigue. En “El truco de la ballesta”, un hombre que planea el asesinato del mago, para cuidar el secreto de la magia, descubre al fin que su muerte es parte de un truco largamente preparado por aquel, y nos recuerda al Otálora de “El muerto”.
En “La zona de influencia”, los objetos que se corporizan en el espacio que rodea a un individuo, tienen una ligera diferencia de tamaño con respecto a sus originales, tal como los hrönir, los objetos duplicados que invaden la realidad en Tlön. Al igual que en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" la multiplicación de los objetos es percibida aquí como un mal, una enfermedad.
La metáfora sin duda puede referir al sentimiento del escritor argentino de estar replicando inevitablemente, dentro de la zona de influencia borgeana. A esta visión negativa podría oponerse otra, la que expresa Leopoldo Brizuela, de que “Borges no es casi una influencia, es un lenguaje que uno habla”.
"La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma", afirma el narrador de "La biblioteca de Babel". Otro bibliotecario, en “El libro maldito” de Pablo De Santis, es condenado a enfrentarse siempre a páginas faltantes en los libros. Una variación del mismo motivo aparece cuando su compañero de trabajo responde a los pedidos de los lectores con un sello que dice “no encontrado”. El protagonista de “La pieza ausente”, el policial de este volumen, afirma: “Llega un momento en que los coleccionistas ya no vemos las piezas. Jugamos en realidad con huecos, con espacios vacíos.” En la forma del hueco de la pieza ausente del rompecabezas se encuentra la resolución al enigma del crimen.
Y quizá esa sea la otra metáfora importante del libro, la respuesta al problema de cómo se sale de la zona de influencia: de tanto jugar con las piezas del rompecabezas borgeano, o con las combinaciones de ese lenguaje, llega el momento en que el escritor advierte sólo los huecos, los espacios que aún permanecen vacíos.
Fuentes:
Con esta definición Pablo De Santis inscribe este volumen en la tradición más clásica del cuento moderno, la que fuera formulada por primera vez por Edgar Allan Poe. Pero Trasnoche se afilia, también, con la gran tradición del cuento fantástico argentino. En este teatro de papel se suceden magos, inventores, coleccionistas, anticuarios, amantes del cine, del artificio, del puro placer de la invención.
Aquí y allá, las referencias borgeanas hacen guiños al lector. En “Malturian”, un hombre es muchos hombres, un personaje se convierte al final en el otro, a quien persigue. En “El truco de la ballesta”, un hombre que planea el asesinato del mago, para cuidar el secreto de la magia, descubre al fin que su muerte es parte de un truco largamente preparado por aquel, y nos recuerda al Otálora de “El muerto”.
En “La zona de influencia”, los objetos que se corporizan en el espacio que rodea a un individuo, tienen una ligera diferencia de tamaño con respecto a sus originales, tal como los hrönir, los objetos duplicados que invaden la realidad en Tlön. Al igual que en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" la multiplicación de los objetos es percibida aquí como un mal, una enfermedad.
La metáfora sin duda puede referir al sentimiento del escritor argentino de estar replicando inevitablemente, dentro de la zona de influencia borgeana. A esta visión negativa podría oponerse otra, la que expresa Leopoldo Brizuela, de que “Borges no es casi una influencia, es un lenguaje que uno habla”.
"La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma", afirma el narrador de "La biblioteca de Babel". Otro bibliotecario, en “El libro maldito” de Pablo De Santis, es condenado a enfrentarse siempre a páginas faltantes en los libros. Una variación del mismo motivo aparece cuando su compañero de trabajo responde a los pedidos de los lectores con un sello que dice “no encontrado”. El protagonista de “La pieza ausente”, el policial de este volumen, afirma: “Llega un momento en que los coleccionistas ya no vemos las piezas. Jugamos en realidad con huecos, con espacios vacíos.” En la forma del hueco de la pieza ausente del rompecabezas se encuentra la resolución al enigma del crimen.
Y quizá esa sea la otra metáfora importante del libro, la respuesta al problema de cómo se sale de la zona de influencia: de tanto jugar con las piezas del rompecabezas borgeano, o con las combinaciones de ese lenguaje, llega el momento en que el escritor advierte sólo los huecos, los espacios que aún permanecen vacíos.
Juliana Accoce
Fuentes:
-Borges, Jorge Luis, Ficciones, (1944); El aleph (1949).
-Entrevista a Leopoldo Brizuela por Christian Rios, Blog de la Escuela de orientación lacaniana, Nº2, marzo de 2014.
<http://www.eol-laplata.org/blog/index.php/entrevista-a-leopoldo-brizuela/>.
-Accoce, Juliana, "La multiplicación de las entidades por el lenguaje: Tlön, Uqbar, Orbis Tertius".
Disponible en: <https://es.scribd.com/doc/211200932/La-multiplicacion-de-las-entidades-por-el-lenguaje-pdf>
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